Ir al contenido

José Luis González Quirós

Página web y blog realizados con WordPress

  • Libros publicados
  • Por mí, que no quede
  • Videos
  • Albúm

Categoría: control social

El cinturón de Rajoy y otras prohibiciones

Es posible que haya ciertas magnitudes de la condición humana que sean invariantes y que, pese a los afeites de los distintos y supuestos progresos, se asomen una y otra vez a la mirada del perplejo. Me refiero a cosas tales como la tontería, la intolerancia, la vanidad o la superstición.
Nuestro pasado histórico, aunque no solo él, no lo olvidemos, no escasea en prohibiciones, intolerancias y otros afanes de control. Lo que me produce asombro es la facilidad con la que vuelven a aplicarse a otras cosas los vigores inquisitoriales de antaño. Casi la misma pasión y entusiasmo con la que se perseguía a los judaizantes en los siglos XVI y XVII se emplea ahora para poner a caldo a una gran variedad de sujetos pretendidamente antisociales, a los gordos, a los fumadores, a los moteros y conductores veloces… A mí me parece mal que se hagan leyes contra esas cosas, pero lo que me alarma no es que haya leyes, sino que surjan por todas partes guardianes de la nueva fe dispuestos a denunciar al que se propase incumpliendo alguno de los sagrados mandatos de la tribu. La foto en portada de Rajoy sin el cinturón de seguridad abrochado pertenece a ese género de denuncia de judaizantes, de mentalidad inquisitorial. ¿A quién le importa de verdad si alguien se pone o no el cinturón, más allá de la multa que pueda caerle y el riesgo que pueda correr? Se ve que hay quienes no pueden vivir sin señalar con el dedo a los malos. Es asombroso lo intolerantes que podemos volver a ser con las nuevas tablas de la ley que dictan lo que está bien visto, lo permitido y lo insufrible.
Hemos pasado en apenas cincuenta años del rosario en familia del padre Peyton, con el paseo de la Castellana de bote en bote, a batir, o eso se dice, records cada año en la marcha de los gays. Cada cual valorará a su modo la calidad del cambio, pero me parece que deberíamos preocuparnos de que, aunque sea por una vez, dejemos de correr por delante o por detrás de los frailes, para ir a nuestro paso, con calma, y con indulgencia frente a los defectos, las pasiones y las manías de los demás. Y que denuncie la policía, que para eso le pagan.
Autor JLGQPublicado el 5 agosto, 2010Categorías aprecio a la libertad, control social, intolerancia, libertades individuales, mentalidad inquisitorial

Los excesos de las Cajas

Poco a poco, vamos comprobando cómo las Cajas de Ahorros han podido ser un auténtico puerto de arrebatacapas. Entiéndase, no trato de decir que los bancos sean instituciones ejemplares, y las Cajas inventos del demonio, no se trata precisamente de eso. La cuestión es que en las Cajas encontramos una especie de versión moderna del bandido popular, de esos que robaban a los ricos para repartirlo entre los pobres, solo que un poco al revés. Las Cajas han administrado, sobre todo, los dineros de gentes modestas, y no siempre han beneficiado a esas mismas gentes, aunque haya de todo. Han sido muchos los constructores, los amigos de los políticos, los personajes y personajillos de la vida pública, los que se han hecho con la parte del león. Es evidente que algunas Cajas no han caído en esas conductas, y que se han guiado por criterios más profesionales, pero otras muchas sí. Lo importante es que comprendamos que no pueden seguir existiendo unas entidades que manejan tanto ahorro popular, y que, en realidad, nadie controla, nadie salvo los que las administran. Como no tienen propietarios, ni se atienen a las leyes de las sociedades anónimas, las Cajas han podido ser el corralito de muchos políticos, el banco regional al servicio de los caprichos de la Autonomía que las tutelaba. Hay que acabar con todo esto, y no hay más remedio que hacer que las Cajas tengan dueño, respondan ante alguien, y dejen de ser juguetes políticos, coartadas para todo tipo de irresponsabilidades y paternalismos. A muchos les parecerá que esto es crudo capitalismo, pues que se le va a hacer. Lo que no me parece es que sea razonable que los españoles sigamos creyendo en el cuento de la buena pipa, en la función social de las Cajas, y en que los políticos no hagan otra cosa, como Bono, por ejemplo, que preocuparse de los problemas de los más débiles y humildes.
Autor JLGQPublicado el 24 mayo, 2010Categorías Cajas de ahorro, control social, labor social de las Cajas, Reforma de las Cajas

Cuarenta años de España

Para los que vivimos el acontecimiento, el cuadragésimo aniversario de las primeras pisadas humanas sobre la Luna ha sido una buena ocasión para recordar cómo éramos en aquellos años; al hacerlo, surgen de manera casi inevitable las comparaciones.

Nadie podría negar que las cosas hayan cambiado, pero habría mucho que decir acerca de la calidad de esos cambios. En mi opinión, aunque el balance político sea innegablemente positivo, hemos perdido en varios e importantes aspectos. Para empezar, la sociedad española de 1969 estaba mucho más abierta y esperanzada que la de hoy. Se esperaba el inevitable cambio de régimen: Franco ya había designado como sucesor a título de Rey al Príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, y se estaba a las puertas de un sinfín de novedades atractivas, excitantes; la gente tenía ilusión y el país en su conjunto estaba seguro de ir hacia algo mejor. Por más que nos empeñemos, esa no es ahora la tónica dominante. Pese a vivir nominalmente en una democracia, seguimos siendo extraordinariamente pasivos y no hemos aprendido a respetar los derechos de los demás.

En estos cuarenta años, la sociedad española ha prosperado muchísimo: nos hemos internacionalizado, algunas empresas se han convertido en líderes mundiales, se ha elevado enormemente el nivel de instrucción y se ha creado una sociedad que, por primera vez, se ha sentido genéricamente rica, ha salido de la pobreza y ha podido viajar al extranjero sin necesidad de abrir continuamente la boca por el asombro. Todo eso está ahora, sin embargo, un tanto detenido, como en riesgo.

La clave seguramente esté en que mientras la sociedad civil ha avanzado, la política ha encallado. Tras la transición y los gobiernos de González y de Aznar, el país se ha detenido y está empezando a descender a gran velocidad. La crisis económica puede verse, sin duda, también como un reflejo de esta crisis más de fondo. El factor decisivo en este retroceso evidente no está siendo específicamente político, es decir más o menos de derechas o más o menos de izquierdas, sino que tiene una connotación decididamente cultural, aunque, en su raíz, tenga un origen político. Me refiero, sobre todo, a la tendencia al ensimismamiento que están experimentando muchas de nuestras comunidades, al franco aldeanismo que se erige por doquier en seña de identidad, en un ersatz perverso de modernidad y de progreso. Es difícil ir a cualquier lugar de España sin verse asaltado por las más peregrinas propuestas, como se dice ahora, de cultura de la identidad, de mentalidad de campanario. Nuestro nosotros se hace cada vez más estrecho y puede llegar un momento en que nadie se sienta español, ni siquiera los militares a los que se sanciona por desplegar una bandera en la cima de un monte de algún lugar del norte.

Este mal tan estúpido, esta tendencia a la falsa diferenciación, no ha nacido solo, no ha sido el fruto de un error espontáneo; muy por el contrario, debiera considerarse como la consecuencia principal de un diseño perverso. Con la sana intención de acercar el gobierno a los ciudadanos, se entró en un proceso de distribución horizontal del poder que, sin lograr nunca sus propósitos originales, ha conducido a problemas realmente graves que amenazan con arruinarnos el futuro. Las administraciones han crecido de una manera desconsiderada y el control sobre la conducta de las personas se ha hecho cada vez más insoportable para cualquiera con un mínimo de amor a la libertad y a la independencia de criterio. Las instituciones se han convertido en auténticas inquisiciones que te dicen cómo has de hablar, qué has de pensar y qué puedes creer.

En estos cuarenta años no hemos aprendido a vivir en libertad. Las instituciones del Estado tienden a ser tan escasamente liberales como lo eran bajo Franco; pretenden que nada escape a su control; son descaradamente partidistas porque no han aprendido a distinguir la democracia del despotismo; tratan a los ciudadanos como a súbditos y, lo más grave, es que muchos aplauden porque nunca han conocido nada parecido a la independencia de los jueces, a la neutralidad del Estado, o al respeto a la conciencia ajena.

En España solo se hace caso a las multitudes organizadas, a los movimientos de masas que excluyen de manera agresiva a los otros, justo lo que se hacía en el franquismo. Nuestro civismo no ha mejorado y cualquiera puede ver cómo dejan las calles y los jardines las manifestaciones de, por ejemplo, los ecologistas. Aquí, por asombroso que resulte, las prohibiciones gozan de mejor prestigio que las libertades, salvo muy raras excepciones. Seguimos defendiendo nuestras ideas a gritos y, por si pudiésemos sentir la tendencia a moderarnos y pensar, la TV nos muestra continuamente debates en los que se imponen los más hoscos, los de modos más brutales. Y, por supuesto, como comprobamos cada día, en el interior de los partidos florecen la libertad y la democracia, como en la Falange.


[Publicado en El Confidencial]

Autor JLGQPublicado el 22 julio, 2009Categorías aldeanismo político, ausencia de civismo en España, control social, partidismo de las instituciones

Por mi, que no quede

  • Presentación de La virtud de la política en Barelona 6 noviembre, 2022
  • Un diálogo sobre la política 5 octubre, 2022
  • LA VIRTUD DE LA POLÍTICA 20 junio, 2022
  • Sally Brown y los filósofos griegos 6 febrero, 2022
  • La supuesta anomalía española 6 febrero, 2022
  • La incompetencia política 6 febrero, 2022
  • Frankenstein, propuesta electoral 6 febrero, 2022
  • Alegato moderado contra las exageraciones 6 febrero, 2022
  • La sociedad anumérica 6 febrero, 2022
  • La Corte de los Milagros 6 febrero, 2022
  • Julián Marías y el compromiso con la verdad 13 noviembre, 2021
  • El Ortega/Leibniz de Echeverría 22 junio, 2021
  • Líderes sin partido, sobre el porvenir del PP 16 febrero, 2021
  • Adolfo Suárez 11 febrero, 2021
  • Santa Maradona y el infierno 30 noviembre, 2020
  • Sobre cálculos y relatos 25 noviembre, 2020
  • Un presidente resiliente 25 noviembre, 2020
  • El trumpismo español 25 noviembre, 2020
  • Trump y los cisnes negros 25 noviembre, 2020
  • Loa de un gobierno optimista 5 agosto, 2020
  • Una entrevista en Disidentia 15 mayo, 2020
  • Paradojas de la mediocridad 4 mayo, 2019
  • La derecha al pairo 4 mayo, 2019

Comentarios recientes

    LIBROS RECOMENDADOS

    Recomiendo la lectura de cosas que he escrito y de cosas que he leído, o releído recientemente, y pienso que pueden resultarles instructivas y entretenidas. Les aseguro que no recomendaré ningún ladrillo, acaso los propios, pero es porque sé que no me harán mucho caso

     

    Alejandro Nieto, El mundo visto a los noventa años

    «Al llegar a cierta edad se adquiere conciencia de que el mundo es…» Un testimonio inteligente y sincero poco apto para conformistas.

    Juan Arana, Ed. La  cosmovisión de los grandes científicos del siglo XX

    Una lectura muy entretenida y variada sobre lo que de verdad pensaban las mejores cabezas del siglo pasado

    Felipe Gómez-Pallete, Paz de Torres, Que los árboles no te impidan ver el bosque. Caminos de la inteligencia artificial.

    Un repaso inteligente y reflexivo a la mayor parte de cuestiones que se plantean en torno a la Inteligencia Artificial.

    Lee Smolin, La revolución inacabada de Einstein

    La mecánica cuántica es muy difícil, pero no se debe renunciar a entenderla un poco, aquí de la mano de un heterodoxo


    • Añadir un bloque

     Ocultar los controlesEntrar en la vista previa de escritorioEntrar en el modo de vista previa en tabletaEntrar en la vista previa móvil

    • Libros publicados
    • Por mí, que no quede
    • Videos
    • Albúm
    José Luis González Quirós Creado con WordPress