No se trata de recortar, sino de hacer mejor

La literatura política relacionada con los llamados recortes, oculta malintencionadamente el hecho de que no se trata de recortar beneficios, sino de aumentarlos haciendo más eficaz la gestión de los asuntos públicos y devolviendo a la sociedad controles indebidamente asumidos por el Estado. El Estado al hacerse más voluminoso ha perdido eficacia y descuida sus funciones esenciales, por ejemplo, la Justicia, que ha llegado a ser un auténtico desastre para perjuicio de todos. El Estado se ha convertido en un gestor universal, no se puede dar un paso sin contar con él, lo que beneficia a quienes se han hecho capaces de controlar esos sistemas de poder, unos pocos en relación con la gran mayoría, pero perjudica nítidamente a todos los demás, hunde la economía y hace que vivamos en un sistema insostenible y absurdo, irracional y ridículo, además de rotundamente ineficaz e inicuo. 
Hay que revertir, no se trata de recortar. Es absurdo, por ejemplo, que los títulos académicos los de el Estado y no las Universidades, que sería lo único que las obligaría a competir porque su título valdrá más o menos según su calidad, como pasa en los EEUU, por ejemplo. A su vez, los títulos profesionales deberían ser otorgados por los Colegios que pondrían unas condiciones mínimas, harían un examen de ingreso y llevarían a cabo unos controles de calidad para defender su prestigio. Todo haría que los economistas, los médicos y los arquitectos fuesen más competentes y fiables, mientras que confiar en el Estado acaba haciendo que un cualquiera convertido en consejero de educación en cualquier comunidad mínima pueda habilitat a otro cualquiera para que otorgue títulos universitarios que valen, supuestamente, tanto como los de cualquier universidad realmente valiosa, si las hubiere, que esa es otra. En fin el mundo al revés, muy propio de un país hipócrita, fulero y en el que abundan y medran los chorizos con estola. 
Atado y bien atado