De pronto, la nieve

Una de las evidencias que más pesa en la memoria de muchos a favor de la verosimilitud de ese conjunto de cosas a las que se llama cambio climático, es que la nieve escasea en las Españas. Se trata de un asunto intrigante, que rompe las tradiciones de la infancia de los mayores y que invita a pensar en el tempus fugit, y en cosas aún más sombrías.

Esta mañana, sin embargo, nevaba en Madrid desde la madrugada y, según me dicen, parece que, por así decir, no nevaba desde la sierra, sino desde el noreste. En fin, cosas que pasan.

El mundo es inconstante, salvo para los grandes números, y eso resulta desconcertante para quienes siguen pensando en un universo máquina, un mundo que ahora parece averiado por impericia de los usuarios. Hay que tomarse todas estas cosas con cierto sentido del humor, aunque no sé si lo digo porque ayer vi In the Loop y me estuve riendo no solo de la política sino, sobre todo, de los amigos que la padecen, o han padecido, en directo. No se pierdan la película porque es sagaz, aunque tal vez no sea exacta.

Así es la vida, una mezcla de chapuzas, equívocos y coincidencias tras de las cuales, muy de vez en cuando, aparece una mano inteligente, un rostro agradable o se adivina una sonrisa misteriosa; parece que eso pasa también con la naturaleza y con su manifestación más caprichosa, con el clima, esa serie de datos que algunos creen tener ya plenamente sujeta; pero es mejor no ponerse solemne, porque cuando menos lo piensas, se pone a nevar o te topas con un político inteligente: en ambos casos, se te pone una cara muy rara.