My Space, Madrid

Los madrileños somos muy proclives a esa infame pestilencia de los celos, que decía Don Quijote, por lo que se refiere a Barcelona. No pasa el día sin que comprobemos que Barcelona gusta más que Madrid  casi siempre que se habla de España desde fuera. Como somos centralistas y carpetovetónicos, esta situación nos encocora, que es como hay que decirlo en un sitio  educado como este. De manera que ateniéndome al principio de que si hombre muerde a perro hay noticia, tengo el placer de comunicarles que a Chris DeWolfe, cofundador y máximo directivo de la red social MySpace, es decir un tipo entendido y cool donde los haya, ha declarado en el New York Times, ojo al dato, que sus ciudades preferidas son Madrid y Pekín, sin decir nada de Barcelona ni de Londres o París. 

Si yo fuera Gallardón le pondría una calle a un tipo tan perspicaz como extravagante, pero me temo que la incuria municipal no caiga en lo importante que es la manifestación espontánea de tan simpático colega. Gallardón está empeñado en imitar a Barcelona trayéndose las Olimpiadas, lo que, de consumarse, acabará por arruinar el incipiente prestigio de Madrid como ciudad misteriosa e indescifrable, según nos indica la compañía con Pekín en las preferencias de Chris. 

Madrid es una ciudad sin modelo y Barcelona es la mayor capital del Mediterráneo y así se hace difícil competir. Nuestra mayor ventaja sobre la Ciudad Condal parece que es el aeropuerto, un sitio que podría estar en cualquier parte y que, visto desde unos cerros aledaños, aparenta ser una enorme superficie devastada y polvorienta en cuyo fondo aparecen las siluetas de una especie de ciudad con cuatro torres muy altas a su derecha, como para compensar su caída hacia el valle del Tajo, de manera que no hay forma de sacar una mala postal. Además, los madrileños conscientes estamos con el alma en vilo esperando el regreso siberiano de la muy elocuente Ministra de Fomento que, por lo visto, se traerá unas ideas para evitar que Barajas tenga que cerrarse a consecuencia de la nieve.   Insisto, así es muy difícil competir.